Alejandra Ferreiro, El Líbero 01/07/2021
A propósito de las elecciones de gobernadores regionales, es posible observar cómo ha disminuido la participación electoral en nuestro país. En estas elecciones solamente votó un 19,61% de la población habilitada para hacerlo, mientras que en la primera vuelta de la misma votó un 43%, y en el plebiscito del año pasado un 50,9%.
En este escenario, ¿es el voto obligatorio una solución para fortalecer la democracia y para lograr una participación real de las personas en política? De nada sirve reponer el voto obligatorio si las personas no tienen un interés genuino en las elecciones y decisiones públicas. La reposición del voto obligatorio no es en sí mismo una solución al problema de apatía política.
Una de las razones por las cuales la votación del plebiscito de entrada generó tanto interés, es que las personas estaban siendo constantemente invitadas a cabildos y conversatorios, además de ser un tema que continuamente se hablaba en las calles. El problema es que en general no existe un ambiente cívico en los barrios, y salvo por el plebiscito del año pasado, no se habla de política con los vecinos.
En efecto, las personas tienen otras prioridades y la apatía que existe hacia los políticos es inmensa. Esto último se demostró fuertemente con la gran adhesión que tuvo la Lista del Pueblo en la elección de constituyentes, la cual se destacó por llevar gente nueva que participaba por primera vez en política.
En Estados Unidos, donde el voto también es voluntario, para las elecciones presidenciales de noviembre del año pasado, asistió un 65,7% del padrón electoral a votar. Evidentemente, el sistema norteamericano es distinto, pero existen ciertas herramientas que permiten consolidar la democracia, tales como una ciudadanía activa y participativa, además de una sociedad civil que robustece la democracia a través de una cultura cívica.
Esta indiferencia y falta de motivación se ve también reflejada en el interés de participar en organizaciones sociales locales. Cada vez son menos los interesados en participar de las juntas de vecinos o de formar nuevas organizaciones que les permitan mejorar la vida en comunidad. Son varias las organizaciones que llevan años con la misma directiva y que no se han renovado simplemente por falta de personas con sentido de pertenencia dispuestas a trabajar.
En ese sentido, para fortalecer la democracia, urge conectarnos y lograr que los ciudadanos participen del espacio público. En esto, las organizaciones sociales y los establecimientos educacionales tienen un papel importante. Se hace necesario reincorporar la educación cívica en los colegios y generar talleres con los vecinos para potenciar la participación.
Considerando además el proceso constitucional que se avecina, es esencial generar desde ya –y no solo tres meses antes del plebiscito– instancias a nivel local que permita generar interés y conciencia cívica. Ya que el voto del plebiscito que aprueba o rechaza la nueva Constitución sí es obligatorio, depende del Estado, de los cuerpos intermedios y de cada uno de nosotros crear un entorno cívico que sea atractivo y realmente participativo.
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